Como explicaba en el artículo anterior, la espalda presenta varias curvaturas si la observamos desde un lateral. Recordamos que existían dos curvaturas hacia delante (lordosis) a nivel cervical y lumbar, y otra curvatura inversa (cifosis) en la zona dorsal.
Estas curvaturas se denominan fisiológicas (normales), pero en ocasiones las mismas pueden sufrir modificaciones y convertirse en patológicas (anormales).
La porción cervical de la columna suele sufrir una alteración de su curvatura normal, una rectificación de la lordosis cervical, conocida como “cuello recto”, la causa principal es la deficiente y débil musculatura del cuello y de la parte alta de la espalda.
1.- Rectificación de la lordosis cervical (cuello recto).
2.- Lordosis normal.
En la zona dorsal cuando la cifosis normal se acentúa se conoce como hipercifosis y se habla de “espalda redonda”. Esta deformación puede tener dos motivos: el más habitual es por adoptar malas posturas, muy frecuente en niños y adolescentes, la otra causa y menos frecuente es la enfermedad de Scheuermann también de aparición en la adolescencia. La “espalda redonda” en adultos y ancianos suele ser causada por enfermedades como la osteoporosis o la espondilitis anquilosante.
La columna lumbar es una zona, que por ser la parte de la espalda que sostiene mayor carga, tiene bastante tendencia a sufrir alteraciones en su lordosis. La más habitual es la conocida hiperlordosis lumbar, que se caracteriza por ser una exagerada curvatura en dicha zona, principalmente causada por una mala distribución del peso corporal sobre las vértebras lumbares y acompañado por una marcada debilidad de la musculatura que se inserta en las mismas.
Cuando la variación o la alteración en la columna afecta a la misma vista desde una posición frontal se conoce como escoliosis. Si la columna vista de frente tiene que ser recta, la escoliosis es una deformidad en la que la columna adopta una forma de S.
Existen dos tipos: escoliosis primarias o no estructuradas (no hay deformaciones ni rotaciones vertebrales) y las secundarias o estructuradas (hay deformaciones óseas que afectan a las vértebras o a la pelvis).
Las primarias suelen ser consecuencia de “vicios” posturales, debilidad en la musculatura o por tener una pierna más corta que otra, afecta principalmente a niños y adolescentes (mayor incidencia en niñas), suelen tener solución adoptando medidas de higiene postural, ejercicios que tonifiquen los músculos de la espalda y en el caso de las dismetrías en los miembros inferiores con plantillas o alzas correctoras.
Las secundarias suelen estar provocadas por enfermedades que afectan directamente a la columna o por secuelas de otras enfermedades que desembocan en deformaciones en la propia columna. Son de complicada evolución y los tratamientos van orientados a recuperar la enfermedad que provoca la deformidad.